¡Entrevista a Robert Wyatt!

Uno de los nombres más respetados y creativos de la escena del rock progresivo y la vanguardia británica, miembro fundador de Soft Machine y dueño de una notable carrera solista, concedió un extenso y profundo reportaje -algo no muy habitual en su larga trayectoria- a una periodista argentina desde su residencia en las afueras de Londres. Vale la pena compartirlo.

 

Entrevista: Julieta Desmarás

Fotografías: Cuneiform Records

 

Nació en Bristol, Gran Bretaña, en el año 1945. Baterista y miembro fundador de Soft Machine, una de las bandas prominentes de la escena del rock progresivo de mediados de los ‘60. Hace pocos meses, el sello estadounidense Cuneiform editó una nueva compilación de Robert Wyatt, con material inédito y grabaciones de su época en la banda. “’68” se trata de música que creó en Estados Unidos tras la extenuante gira norteamericana junto a The Jimi Hendrix Experience. El material está en cd y vinilo; un lujo de colección. 

En 1966, utilizando el nombre de uno de los libros de William Burroughs, Wyatt forma Soft Machine, junto a Kevin Ayers quien se encargó del bajo y las voces, el tecladista Mike Ratledge y el guitarrista australiano Daevid Allen. Esta formación primaria, de Soft Machine, fue una de las que definieron la psicodelia británica, presentándose en diversos clubs en Londres a lo largo de 1967. Desafortunadamente en 1968, por problemas con su visa, Daevid Allen deja la banda. Convertidos en trío, se unen a la gira de Jimi Hendrix’s Experience (sí, el mismísmo Hendrix era su fan y les prestó un colchón para que se quedaran tocando en EEUU) durante sus conciertos brindados a principios de1968. La banda también tocó en varios discos de artistas reconocidos entre ellos, Syd Barret. Compositor, cantante, percusionista y multi-instrumentista, Robert Wyatt es un hombre reservado y misterioso, se toma su tiempo para revelar lo preciso, como si en él refugiase sólo lo onírico y esencial. Dice que es hijo del jazz y del alcohol, pero nosotros sabemos que es mucho más que eso.

¿Cómo fue la rutina de hacer música con Syd?

Sus tiempos en el estudio eran irregulares, por lo tanto teníamos que volver un par de veces para encajar. Era buena onda y tranquilo. (Suelta una carcajada) Me sorprendió muchísimo cuando decidió dejar la toma de un ensayo en su disco editado (The Madcap Laughs, 1970).

 David (Gilmour) es un verdadero caballero con cierto porte aristocrático donde enmascara sus emociones más sinceras.

Como solista, colaboraste varias veces con otro integrante de Pink Floyd, David Gilmour. ¿Cómo es la experiencia cada vez que se encuentran?

Fui convocado por el London Festival Hall como curador invitado por unas semanas y lo invité a tocar. Ese concierto fue fantástico. Él no venía tocando públicamente y se dio todo de manera muy natural. Un tiempo después, participó en mi disco «Cuckooland» en el tema Forest, dónde realizó un increíble solo con slide. Posteriormente toqué la trompeta en una pieza instrumental para su disco «On an Island». David es un verdadero caballero con cierto porte aristocrático donde enmascara sus emociones más sinceras.

Tu padre tocaba el piano y tu madre era periodista, creciste en un ambiente creativo ¿recordás las primeras melodías y pinturas que te impactaron?
Conocí a mi padre cuando tenía unos seis años (¡es una larga historia!). Profesionalmente era psicólogo. Lo recuerdo tocando adaptaciones de canciones sencillas para poder cantar juntos. La primera que me viene a la mente es Away in a Manger y adaptaciones de temas populares y divertidos como Little Brown Jug, how i love thee y las más tristes, como Sweet Molly Malone. Luego, cuando yo tenía ocho años, agarró esclerosis múltiple y no pudo tocar más. Coleccionaba vinilos de Benjamin Britten, Ravel, Bartok. También le gustaba el jazz de la pre-guerra como Ellington, Django y Fats Waller. A mi madre le gustaba Monteverdi y la música popular de su juventud, el charleston por ejemplo. Pero lo que realmente me transportó fueron sus preciosos libros de arte. Pasé mis años escolares en mi cuarto tratando de pintar.

Soy un afortunado de haber sido testigo de mis héroes: Art Blakey, Thelonious Monk, Charles Mingus, John Coltrane. 

¿Qué te aportó el jazz que no te dio el rock o el pop?
Mi era de descubrimiento fueron los 50.  Conozco gente que piensa que la cultura musical de su juventud fue la mejor y vivieron bajo esos estándares el resto de sus vidas. El jazz de los 50 fue rejuvenecido por Charlie Parker y el be-bop. Soy un afortunado de haber sido testigo de mis héroes: Art Blakey, Thelonious Monk, Charles Mingus, John Coltrane. A veces siento que podría emocionarme hasta las lágrimas por todo lo que me brindaron. Pero me encanta que la música pop pueda unir a la gente y por supuesto que mi primer trabajo pago fue tocar música pop en fiestas locales. No hay nada como cuando la gente se para y empieza a bailar lo que estás tocando. Es un servicio, como el de un cocinero. Y estoy agradecido a los Beatles por poner en el mapa a la música británica, que es principalmente un fruto de los ritmos afroamericanos.

 

HAY UN MUNDO MÁS ALLÁ

Robert Wyatt, además de ser el batero original de SM, mantuvo una prolífera carrera musical. Va del jazz al rock psicodélico, del rock al pop, del pop al bossa-nova, simplemente porque quiere y puede. Incursionó con soberbias versiones músicos latinoamericanos como Victor Jara, Violeta Parra, y Antônio Carlos Jobim, a quienes admira por su arte y compromiso político. “Sentí interés al ver que la verdadera cultura revolucionaria no necesariamente tiene que gritar. Por los años ‘70 estaba atrapado en una especie de claustrofobia músico-cultural, debido a un elitismo excluyente que existe en los vastos imperios comerciales”. Un poco cansado del rock rebelde porque sí, paró su oreja hacia otro campo musical: “El rock se distinguió por su música rebelde, pero tener el pelo largo y burlarte de la generación de tus padres no necesariamente es luchar por la justicia en el mundo real. Así que pensé, ¿qué está pasando más allá de esta cultura narcisista anglo-americano? Por lo tanto, después de haber aprendido un poco de español, me mantuve alerta a las posibles canciones de los trovadores, tanto en España como en Latinoamérica. Eso me dio la oportunidad de celebrar esas canciones que imaginaban un mundo basado en la ayuda mutua”, declara.

Se mostró contento al conocer que en nuestro país hay un proyecto colectivo para juntar bronce y poner en lugar de donde yace un monumento a Julio Argentino Roca, el Monumento a la Mujer Originaria. Por momentos parece un trovador de estos tiempos: “Latinoamérica está en movimiento, generando cosas por ella misma y a su manera, finalmente. Mientras Gran Hermano al norte de la frontera está distraído por los acontecimientos del mundo al norte de la línea ecuatorial.”

 Su álbum «Nothing Can Stop Us Now» tiene canciones folk y versiones de intérpretes de países sudamericanos. Disco influenciado por la voz de trovadores latinos y que se vio afectado por el negocio musical. “Virgin records no me permitía hacer música para otra compañía discográfica y se quedaba con mucho dinero de nuestra venta, no nos dejaba ni siquiera con lo justo para vivir. Lo que nos salvó fue conocer a gente post punk en Rough Trade Records. Ellos se arriesgaron a juntar nuestros singles y se aseguraron que nos llevásemos bien con otras compañías discográficas”, recuerda Wyatt. Dentro de ese trabajo está “Shipbuilding” escrita por Elvis Costello, y un claro manifiesto en contra de la guerra de Malvinas. Wyatt es sincero: “Nosotros, los europeos, hemos pisoteado y tenemos bajo nuestras suelas tantas culturas vulnerables devastadas que deberíamos, al menos, saber decir ‘lo siento’”. Fiel a su postura pacifista sentencia los resultados de la era tacheriana en el universo cultural y musical. “Pienso en eso como ‘la era Reaganomía’, la era en la que los ricos y poderosos se les dio poder sobre los gobiernos electos, incluso, los ricos se hicieron más ricos y los pobres cada vez más pobres. Hoy en día sigue siendo el caso de muchos países del mundo”, reflexiona.

Alejado del ruido de ciudad, Wyatt vive en las afueras de Gran Bretaña con su esposa Alfie. Su mujer no es sólo una musa, sino que juega un rol muy importante en la obra de Robert.   

No estoy deliberadamente ni fuera ni dentro de la gran industria musical. 

                                                         

Hay una frase tuya en la que te referís a tu mujer, Alfie: «De no haber existido ella, me habría dedicado a beber hasta morir escuchando a Thelonious Monk». ¿Cómo es trabajar con tu mujer?

Varios de los poemas que ella escribió fueron canciones, y su arte adornó todas las portadas de mis discos. Es una persona muy apasionada por las cosas. Sabe reflejar muy bien sus sentimientos, y cómo conjurarlos en palabras para que luego yo pueda cantar. Una verdadera escritora, fuerte y hermosa. 

¿Cómo logras mantenerte a salvo de cualquier contaminación posible producto del negocio de la música?

No estoy deliberadamente ni fuera ni dentro de la gran industria musical. Simplemente, no veo necesario orientar o encajar mi trabajo en un mercado determinado. Me considero muy afortunado de haber vivido de esta manera. Varios de mis artistas favoritos fueron comercialmente exitosos (Stevie Wonder, Pablo Picasso), y otros que también admiro (Charlie Parker, Frida Kahlo) no lo fueron. Mi amor por lo que han hecho es igual.

¿Cuál es tu pensamiento acerca de la religión?
Por más de que no haya ninguna evidencia verificable de un dios benigno, muchas culturas tienen religiones. Sin embargo pienso la religión más en relación con el Arte. Ahí es donde está el mundo de los sueños.

La utopía es otra fantasía religiosa y ya tenemos suficientes.

                                                                      

¿Es preocupante que los jóvenes no tengan sueños políticos? ¿Estamos viviendo un mundo sin utopías?
No veo que sea preocupante pero sí espero que no estemos viviendo en un mundo utópico. La utopía es otra fantasía religiosa y ya tenemos suficientes.

 

HISTORIA DE  “68”

Bajo el sello estadounidense Cuneiform, se editó una nueva compilación de Robert Wyatt, con material inédito y grabaciones durante su época en Soft Machine. “68” se trata de música que creó luego de que Soft Machine terminara de tocar como banda soporte durante las dos giras que dio su amigo y fan, Jimi Hendrix por todo Estados Unidos. El resto de los integrantes de SF volvieron a Inglaterra y él decidió quedarse y ver qué onda unos días más.  Según palabras textuales de Wyatt, originalmente no había intención alguna de sacar un álbum con  los temas que figuran en el disco. Simplemente se dio así. “Son canciones experimentales. Sobre todo de autodescubrimiento. Quería desafiar, por primera vez, mi capacidad de grabar solo en un estudio. Lo que me divierte en retrospectiva es ver que estaba involucrado con el reto instrumental y listo para definir qué cantar o cómo. Claramente estaba tratando de trazar mi música en el mapa” declara Robert. “68” es un álbum donde se puede percibir  los cimientos de un músico elevado, cuyo único desafío es superarse con música. Un must have para los amantes de este barbudo explorador de culturas que canta –y cuenta – el mundo, armado nada menos que de su poesía.

 

 

 

 

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