La banda de Los Angeles, que se presentó en La Trastienda, propuso una música con una mirada integradora y moderna
Fotografía: Laura Tenenbaum
Una de las joyas de la escena musical de Los Angeles es sin duda el grupo Knower, liderado por el heterodoxo baterista y tecladista Louis Cole y la cantante Genevieve Artadi, un quinteto que reúne variadas influencias para desarrollar una propuesta de un intenso pop-funk, de a ratos explosivo. Su show, el domingo último en La Trastienda puso en evidencia no sólo la solidez conceptual de este proyecto sino también lo potente creatividad de este dúo de artistas.
Su propuesta The Cool & The Groove tiene más de groove que de cool, aunque la voz de Artadi que por momentos suena aniñada logra un permanente péndulo entre estas dos sensaciones. La batería de Cole conserva aún ese seco sonido de garaje, que le permite crear una atmósfera realista frente a tanta electrónica; su estilo es hiperexpresivo, le gusta tocar rápido e intenso y que el propio músico define como “hablar fuerte sin decir nada”. Tiene gracia porque la banda consigue desarrollar un mensaje sonoro de una inteligente modernidad.
La música de Knower, con Sam Wilker en bajo, Jacob Mann en teclados y Pedro Martins en guitarra mostró no sólo esa enfrascada energía; las composiciones tienen cambios de acordes imaginativos, melodías sencillas y hasta hermosas y todo transita sobre un ritmo de funk pesado junto a la talentosa Artadi que le pone a voz a la marejada rítmica que surge de los tambores y de las espesas líneas del bajo. Mann y Martins toman los motivos melódicos, muchas veces apenas insinuados para deconstruirlos en sonido puro, una atmósfera atravesada por el canto y los vivaces tiempos del baterista. El estilo de Cole y de Knower son ejemplos de una emocionalidad genuina en un contexto de complejidad técnica, una rareza para aquellos que comulgan lo genuino con lo sencillo.
El concierto comenzó con Knower Rulez, una composición grabada que hace de abertura para el concierto; entre los temas sobresalió Time Traveler, uno de los temas más conocidos del grupo y su caballito de batalla en los shows; un tema basado sobre una penetrante línea de ritmo cuadrada con pequeños interludios del tecladista mientras que Artadi baila (algo que hizo toda la noche, a veces se dejó llevar por la música y en otros hace una coreografía en la que cae sobre los acentos de la batería) e introduce la letra de manera telegráfica; Mann, a lo largo del concierto, utilizó acordes en bloque para proporcionarle a la música una marcada rudeza sonora.
Overtime comenzó con una arenga de Cole que derivó en una clásica lucha de melodía-ritmo, versión Knower, que transitó por una cambiante seguidilla de ritmos y climas sobre los que la voz de Artadi se movió con soltura y esa sensibilidad pop que endulza de alguna manera la propuesta. Los solos de Martins, Mann y Wilker muestran ese espinel estilístico que tiene la banda, mientras que el guitarrista y el tecladista edifican sonoridades de un rock post-sicodélico, el bajista se afirma sobre un funk pesado, de sonido turbulento. Cole tiene una aproximación a la batería única ya que improvisa sobre diferentes patrones sin que pierda energía la composición. Una mirada sobre el concierto nos muestra que la propuesta de la banda tiene una cierta estructura fija, casi una rutina por momentos, y es la improvisación la que tiene un papel determinante en el resultado final.
Knower, integrado por músicos que forman parte de una efervescente comunidad artística de Los Angeles, trajo una propuesta que atraviesa varios estilos pero con el funk como territorio común; una música expresiva, moderna y con un auténtico gusto por la innovación.