La banda londinense vino, ganó y gustó en su debut porteño. Post punk, spoken poetry, resabios de hip hop y dramatismo en un show memorable.
Texto: Pablo Strozza
Fotografía: Pablo Astudillo
Hace un tiempo, en su primera visita a Buenos Aires, alguien le preguntó al crítico inglés Simon Reynolds si estaba bien que su hijo escuchara la misma música que él, teniendo en cuenta las diferencias generaciones en función a la experiencia y el gusto adquirido. Reynolds respondió que no le importaba eso en tanto y en cuanto la música tuviera calidad. Tiempo después, a fin de 2021, cuando la pandemia comenzaba de a poco a ser un recuerdo, papá Simon y su hijo Kieran no dudaron, y ambos eligieron como disco del año New Long Leg, el LP debut de los londinenses Dry Cleaning. “Hay una dimensión personal en el vacío interior (una ruptura agotadora), pero debido a que el lanzamiento de New Long Leg coincidió con la depresión que se apoderó del mundo gracias al encierro, la interioridad de Shaw se sincronizó perfectamente con las condiciones exteriores. No es casualidad que el disco de rock más emocionante en años trate sobre la incapacidad de sentir emoción. Dentro de Florence Shaw hay una voz de una generación que destila cómo se siente estar vivo en este momento: ‘Haz todo y no sientas nada’”, decía Simon desde Pitchfork, y era imposible no estar de acuerdo al escuchar a la cantante recitar de modo monocorde sus letras como cuentos con un acompañamiento musical ciento por ciento deudor al mejor post punk.
A New… le siguió Stumpwork al año siguiente, que confirmó todo lo que el combo prometía. Sólo faltaba verlos en vivo para saber si el trabajo en estudio tenía su correlato en directo. Por suerte, la deuda se saldó el pasado martes 16 de mayo, en Niceto, en la primera fecha del South London Festival. Y la ganancia fue para todos.
El cuarteto (la ya citada Shaw en voz más Tom Dowse en guitarra, Lewis Maynard en bajo y Nick Baxton en batería y saxofón) desconcierta de entrada por su look: una chica toda de rojo, que bien podría ser protagonista de una historia de las hermanas Bronté; un bajista digno de un combo metalero; un violero en bermudas de jean cortadas más cercano a un californiano que a un inglés y un baterista canchero, sabedor que en él descansa el ADN del grupo. Pero esa ensalada, apenas suena un acorde, se cohesiona hasta lograr un sabor unificado y sólido, constante en su calidad a medida a que avanza el show. Un show que exige atención plena por parte del espectador, que no perdona distracciones, que puede resultar “frío” para el rockero conservador pero que, justamente, es todo lo contrario desde lo musical.
A la apertura con “Viking Hair” (incluida en el EP Boundary Road Snacks and Drink, previo a la salida de New…) le siguieron “Kwenchy Kups” y “Gary Ashby”, de Stumpwork. Esos tres temas ya dieron el tono del concierto, con una Shaw que bien podía ser comparada tanto con Nico como con John Cooper Clarke, y un grupo que sonaba como cualquier miembro de la escudería Factory de los años 80, pero re significados al Siglo XXI, sin una pátina de nostalgia retro. El hecho de que hayan alternado en el orden temas de todos sus registros y que no haya habido diferencias significativas entre unos y otros también merece ser destacado como un hecho favorable en la dinámica del recital.
Una hora y media más tarde, el truco inicial se repitió para el final: uno de sus primeros singles (“Magic of Meghan”) precedió a uno de sus últimos lanzamientos (“Anna Calls from the Arctic”, con Buxton en saxofón). El adiós de Dry Cleaning promete ser un Hasta luego, y este recital será uno de esos a los que, dentro de unos años, todos habrán visto pero no, ya que en Niceto no entra tanta gente como en Obras. Esperamos su regreso pronto.
COBERTURA DE MEDIOS