El viernes 24 de mayo se presentaron en La Trastienda Club, Hugo Fattoruso y Fernando Cabrera, dos de los grandes exponentes de la música popular uruguaya y brindaron un concierto impar.
Fotografía: Rocío Coelho
¿Cómo tardaron tanto en reunirse? Fue una pregunta escuchada en La Trastienda. Quizás por esa distancia que tienen en su manera de abordar la música: Hugo Fattoruso, fluida, natural, Fernando Cabrera, intensa, introspectiva. De todos modos, era el dúo que nos faltaba escuchar.
No es posible liberar la música de Fattoruso y de Cabrera de sus matices emocionales. Arreglos y armonías delicadamente estructuradas realzan las voces de los compositores. Artistas que edificaron un concierto impecable con improntas diferentes y estilos casi contrastantes, aunque con raíces similares.
Fattoruso es un artista que nos sorprende por su inextinguible virtud para desarrollar ideas desde los teclados, el piano o el acordeón con una forma de expresividad sentimental. Enfrente, Cabrera, un poeta y un creativo compositor de canciones logradas con una mirada costumbrista, a veces autobiográfica, otras misteriosa.
Un encuentro que despertaba una intriga justificada. ¿Cómo sería esta reunión que, ni ellos mismos quizás hubieran imaginado tiempo atrás? A la universalidad del pianista se le sumaba la cerrada arquitectura de la música de Cabrera. La música de Hugo te invita a que te integres, la música de Cabrera no invita a sumarse.
Eran dos elementos en el escenario, Fattoruso aire, elevación y esa apertura permanente a la improvisación; Cabrera, tierra, sostén y la estructura casi monolítica de sus canciones.
Pero tienen también dos singulares aspectos en común: su naturaleza exploratoria y su extraordinaria madurez; fue desde estos cimientos que encontraron una manera fluida de conexión. Un repertorio armado con material original junto con un tango célebre como “Araca la cana” y “Candombe en 3”, del inefable Rubén Rada. Así las cosas, el concierto se fue desenrollando poco a poco, intercalando temas de cada uno con una sensación de enorme respeto que se tienen. Incluso hasta pareció que pedían permiso para acompañarse.
Otra expectativa era el repertorio; los dos son artistas prolíficos y eligieron diferentes aproximaciones a sus repertorios; Hugo con composiciones de sus últimos discos como Día después, Desterrado, Destinos cruzados, La caricia y un estreno: La Presentida, con letra del guitarrista Carlos Quintana, ex Los Pusilánimes; Cabrera fue a lo suyo con un interesante recorrido de música muy conocida, al menos, en la Argentina, como La garra del corazón, la ya legendaria El tiempo está después, El loco, Puerta de los dos y la Casa de al lado. Conviene aclarar que cada uno eligió las canciones del otro.
Comenzaron con “A las blancas”, de Hugo y “Viva la patria”, de Cabrera; temas que dejaron en evidencia la naturaleza de este encuentro que tendría forma de protagonista y acompañante, precisamente, lo distintivo de esta reunión es esa búsqueda, al parecer, de un clima que no le quite identidad a cada una de las composiciones.
Arreglos minimalistas y por momentos, tanto uno como otro, casi de espectador en el escenario. Sin embargo, como resultado el show logró sin tanta unidad temática texturas ricas y una evidente espontaneidad en algunos tramos en los que Hugo improvisó.
“La garra del corazón” comienza tibiamente en la voz de Cabrera, con tono de payador, poco a poco se suma el acordeón de Hugo como una segunda voz tan ubicua como atractiva. “Desterrado”, de Fattoruso, es un tema con un rico aire de candombe canción con una melodía de esa sensibilidad propia del ex Shaker.
“El tiempo está después” es recibido con aplausos por el público y mientras Cabrera lleva adelante la canción, Fattoruso organiza nota a nota un austero acompañamiento, despojado, que logra transformar la atmósfera de este clásico.
El aire de milonga domina en “La presentida”, y se enriquece con los contrastes vocales. En realidad, tiene un cruce entre canción y milonga por las entonaciones de cada uno y muestran esa habilidad para encontrarse frente a territorios diferentes.
“Araca la cana”, (1933), de Enrique Delfino y Mario Rada, que popularizó Carlos Gardel, fue un centro a la audiencia porteña con este histórico tango. Salió medio pastiche y aunque fue una interpretación digna no sonaron quizás con la fluidez y convicción adecuada.
“En la casa de al lado” recobran ese andar fluido, tema de Cabrera que grabó Fattoruso con Aldana Barrocas en HA Dúo, en 2013, y quizás, por qué no, semilla de este encuentro. Comienza con una introducción rockera desde el teclado de Hugo, que de a ratos tomaba un aire de bossa nova, que en la segunda parte se lanza en una improvisación que pone al auditorio de pie.
Cerraron y cómo no, con un tema de Rubén Rada, Candombe en 3, otro candombe canción que en la voz de Hugo suena cálido y compañero.
En los bises siguieron el mismo esquema, Pueblo, de Cabrera y Nueva, de Fattoruso, una de esas canciones que se vuelven entrañables por esa aura mágica que logra con su acordeón y que acompaña esa cierta tristeza de la despedida.
Un encuentro que logró sortear los individualismos y que mostró la calidad de dos músicos que tienen una genuina honestidad artística y una creatividad que va más allá de los géneros.