El teatro Coliseo fue nuevamente escenario de la presentación de la pianista japonesa que en esta oportunidad brindó un solo set a partir de la baja de Anthony Jackson y Simon Phillips. Aquí una reseña de lo sucedido el 1° y el 2 de octubre en la ciudad de Buenos Aires. Dos noches que serán difícil de olvidar.
Fotos: Pablo Astudillo
La música puede ser comprendida como espejo de la vida; música y sociedad están estrechamente ligadas y los conciertos de la pianista japonesa Hiromi pueden ser un reflejo de estos tiempos. Su potencia creativa, su técnica, su fantasía viva y flexible y su oceánico virtuosismo superan los intentos para definir su música, un asunto que tanto la pianista como otros artistas han dejado atrás para adentrarse en su propia creatividad. En sus dos conciertos, Hiromi dejó en evidencia que su música se mueve claramente en dos mundos, el clima anímico y la textura musical. En cada uno de las presentaciones exhibió la misma conexión profunda con su propuesta. “Toco como soy”, le dijo a Tribulaciones tiempo atrás y lo demostró en sus actuaciones.
El toque blues, el boogie, ese aroma a ragtime que surge por momentos, sus encadenamientos armónicos de su etapa clásica, su toque de humor son factores que hablan de una música en continuo proceso de desarrollo. Abrió el primer concierto con su clásico Cape Cod Chips, un tema que es un caballito de batalla para sus presentaciones solistas. En el tema habla de blues, pero a la manera elegante de Ahmad Jamal, maestro y un pilar en su carrera artística. Desde ese blues trazó puentes para improvisar sin fronteras; su música tiene un enfoque universal en el que a través de la cadencia, el swing, los arpegios y los arreglos espontáneos creó una historia de una contagiosa vivacidad.
Lejos de la actitud concertista, Hiromi disfruta de esos riesgos que asume y en los que gracias a una técnica que da miedo, tal como afirma el pianista argentino Leo Genovese, sale airosa y sonriente. Sicilian Blue tiene un aire de tango moderno por debajo de su melodía; en mitad de la composición irrumpe una cadencia marcada sobre la que improvisará; los contrastes son un elemento reiterado como forma de crear tensiones, atrapantes frente a tanta calidad interpretativa. Una inquietud que la lleva a ponerse de pie mientras está tocando y recostarse sobre las cuerdas del piano agregando así un nuevo timbre hablan de su espontaneidad.
El público que llenó el Coliseo ambas noches siguió en un respetuoso silencio, impresionado más bien ante tanto virtuosismo. Hiromi creó una atmósfera de hipnótico encanto para sus temas poco o nada conocidos para el auditorio. Luego hizo In a Trance, de su último disco “Spark” y Seeker, dos composiciones que hace con su Trio Project, y que tienen un tempo palpitante y del que la pianista sale lanzada hacia una improvisación en los que su vertiginosa digitación provoca remolinos melódicos. Si bien trabaja sobre música original hay tantas señales de distintas fuentes que cada composición se convierte en una pequeña enciclopedia del arte del piano. Old Castle, By The River, In the Middle Of a Forest, tema inspirado en una pintura sin título, lo introduce rasgando las cuerdas del piano para llevarlo a una melodía que la pianista parece perseguir velozmente y del que edificará una improvisación irruptiva con las estructuras, a través de una seguidilla de arreglos que hábilmente terminará simplificando al acercarse al final. A la versión de I’ve Got Rhythm, de Gershwin, Hiromi le dio un aire de suspenso y lo llevó a su juego; climas apenas esbozados y que cambian nada más comenzar y que poco a poco van dibujando ese aire de ragtime, apoyado en una poderosa mano izquierda en la que se recostará el solo de la mano derecha, de extraordinaria independencia. El tema tuvo no obstante los cambios un delicado equilibrio entre la tradición y su mirada musical, siempre en busca de nuevos espacios.
Hiromi, pequeña y sonriente, se despidió de un auditorio exultante que reclamó su regreso; volvió para hacer Place To Be, delicado y sinuoso y All’s Well, un rock potente, a tono con el clima del Coliseo. La pianista que se acercó al borde del escenario para sacarse una selfie con el auditorio a su espalda, conquistó a un público que se encontró con una artista de extraordinaria calidad.
SET LIST 1° DE OCTUBRE
Capecod Chips
Scicilian blue
In a Trance
Seeker
Haze
Pachelbel’s Canon
Old castle, by the River, in the Middle of a Forest
I’ve got rhythm
COBERTURA DE PRENSA