Invitados por la producción del Iceland Airwaves 2015 tuvimos la oportunidad de viajar a Islandia para cubrir los cinco días del festival de rock y pop más nórdico del planeta. Más allá del interés por apreciar a los artistas participantes, una atracción similar era conocer Reykjavik, la capital de este pequeño y asombroso país.
Seguramente muchos deben conocer a Islandia gracias a Björk, Sigur Ros y, los más memoriosos, por aquella final mundial de ajedrez entre Boris Spassky y Bobby Fischer recreada poco tiempo atrás en el film “Pawn Sacrifice” -titulado en Argentina como “La Jugada Maestra”-. Tampoco habría que olvidarse de sus impares atractivos naturales como sus volcanes, géiseres, lagunas naturales con aguas templadas, la aurora boreal –Northern Lights- y el sol de medianoche –Iceland Solstice-, entre otros.
Lo indudable es que la música ocupa un lugar privilegiado en ese pequeño y mágico país del continente europeo dueño de las mejores calificaciones en lo que a calidad de vida se refiere. Por lo tanto no es aleatorio que se organicen festivales que ganan prestigio año tras año y donde participan artistas del rock, el pop, la electrónica de Europa, Estados Unidos y, con un lugar destacado en los line-up, un gran número de músicos locales, en su mayoría notables exponentes de una cantera inagotable que surge desde las entrañas de la pintoresca isla volcánica de algo más de 300000 habitantes. Y no es una mera casualidad: la enseñanza musical comienza desde muy temprano en los colegios y en prestigiosos conservatorios que se extienden por todo el país.
Más allá del Secret Solstice -este año con la presencia estelar de Radiohead- y la edición local del ATP (All Tomorrow Parties), uno de los festivales más convocantes y de mayor promoción es el Iceland Airwaves que se realiza todos los años a comienzos de noviembre en la ciudad de Reykjavik.
Gracias a una invitación especial de la producción del festival, Tribulaciones tuvo el placer de asistir a la edición 2015 donde entre otros se presentaron: Beach House, Hot Chip, Battles, Mercury Rev, Ariel Pink y entre los créditos locales se destacaron: Gus Gus, Vök, Angel Fresco, Sóley…Un line-up diverso y con un perfil alternativo.
Seguramente el punto más alto era el programado cierre con la presentación de Björk junto a la Orquesta Sinfónica de Islandia dirigida por John Grant. Lamentablemente pocos días antes del comienzo del festival el concierto fue cancelado por problemas en las cuerdas vocales de la principal figura de la música pop islandesa. Sin duda una ausencia inesperada y lamentada por muchos incluyendo este cronista que soñaba con ver y escuchar a Björk en su tierra.
Uno de los atractivos del festival, más allá de la diversidad de estilos, es que se desarrolla en una gran cantidad de sedes, desde el imponente, Harpa Concert Hall, el Vodafone Hall, hasta museos, pequeños pubs y hostels como el mítico Kex donde se organizan conciertos durante todo el año patrocinados por la KEXP 90.3 FM de Seattle.
Esa característica obliga a recorrer la pintoresca ciudad de Reykjavik con sus calles angostas e irregulares, sus casas coloridas con techos a dos aguas y una inquietante variedad de pubs donde se puede mitigar el frío reinante en esa época del año con un gran surtido de bebidas espirituosas -no dejar de probar el Brennivin, una especie de aguardiente con una graduación alcohólica de 37°-.
Otro atractivo para los cultores de la música en general son las surtidas disquerías que se expanden por toda la ciudad destacándose 12 Tónar ubicada en un típica casa islandesa donde el cliente tiene la oportunidad de escuchar la gran variedad de compactos y vinilos –previo a su compra- degustando un buen café -gentileza de la casa- en un cálido living ubicado en el subsuelo.
El festival tuvo entre sus puntos más altos el impresionante set de Battles en el Harpa con su nueva configuración de trío ya sin la presencia de Tyondai Braxton que permitió un sonido más crudo y despojado de la banda que llega al éxtasis con una gran versión de Atlas sin duda el tema más reconocido del grupo neoyorquino.
En un nivel similar se puede mencionar el show de Mercury Rev, una banda que brilló en los 90 y luego de varios años de ostracismo quiere regresar a un lugar destacado en el mercado del rock alternativo. Una decepción fue el set brindado por Beach House, uno de los principales headliner, sin una gran actitud en escena y un sonido monocorde de escasos matices que aburrió a gran parte de la audiencia que esperaba mucho más de la banda liderada por Victoria Legrand.
Un punto de interés era escuchar a las bandas y artistas locales que están surgiendo en los últimos tiempos y lógicamente casi desconocidas en Sudamérica. Entre las más destacadas que participaron del Iceland Airwaves 2015 se encuentra Vök, un cuarteto muy original de dream pop dueños de un sonido hipnótico y no tan lejanas influencias del trip hop con la sugestiva voz de su líder Margrét Rán y la presencia de Andri Már en teclados y saxo que le otorga un matiz diferente a las canciones. Ofrecieron un set compacto sin fisuras con una originalidad y un buen gusto que se repite en gran parte de los grupos islandeses. Otro grupo para tener cuenta es Agent Fresco, una banda que se la podría ubicar dentro del rock alternativo o, si aplicamos sintonía fina, art rock formada en 2008 y que se presentó en el Kex Hostel -luego repitió en el Vodafone Hall-. El rasgo más sobresaliente es la fuerte presencia de su vocalista Arnor Dán y la singularidad de sus melodías. Gran parte del set lo destinaron a presentar su nuevo álbum “Destrier”.
Otra figura muy hypeada por la prensa local era la cantautora Sóley que se presentó en Slippbarin, un sofisticado pub del puerto de la ciudad. Relacionada con el soft folk y dueña de una voz dulce y suave cautivó al público que colmó la capacidad del bar. Lo particular de ella, como la mayoría de los artistas islandeses, es que interpretan una gran parte de su repertorio en inglés, la segunda lengua en el país.
El cierre del festival se concretó en el Vodafone Hall -un viejo club que se recicló para la ocasión- donde la atracción principal eran los Hot Chip, la banda de electropop y electrónica que cautivo a James Murphy (LCD Soundsystem) y hace años los contrató para su sello DFA. Un set festivo que hizo bailar a la multitud con un ritmo contagioso pero que no demostró demasiada originalidad en sus composiciones. Antes pasaron por el escenario los nombrados Agent Fresco y el dúo británico de post punk minimalista Sleaford Mods con un perfomance contundente que ratifica haber sido elegido como una de las revelaciones del año pasado por la revista inglesa Wire.
Llego el final para un festival que no mostró fisuras en su organización tanto en la logística, la técnica, la cuidadosa selección del line-up y la esmerada atención a la prensa.
Era el momento de partir de un país de ensueño donde a su particular geografía se le suma la calidez y cultura de su gente –el mayor porcentaje de libros vendidos por habitante a nivel planetario-, la mítica literatura de las Sagas Islandesas que cautivaron a Borges, y particularmente su música que a través de Björk, su más notable embajadora, fue la responsable que los ojos del mundo se enfocaran hacia esta pequeña isla, descubierta en el año 874 por el noruego Ingólfur Arnarson, hoy convertida en un pequeño paraíso para la humanidad.
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