Tras la separación de Sonic Youth, Lee Ranaldo parece haber escogido a Sudamérica como base de operaciones a la hora de tocar, ya sea solo o acompañado. El segundo caso fue el que eligió el domingo 26 de agosto para mostrar Electric Trim, su último trabajo. El baterista Booker Stardrum y el multiinstrumentista Raúl Refree Fernandez son los socios de Ranaldo a la hora de enfrentar al público, y ambos descollan en sus puestos: el primero al alternar polirritmos percusivos con partes de un minimalismo extremo desde la repetición, y el segundo alternando teclados y guitarra eléctrica con precisión, con motivos cercanos tanto al ruidismo como al kraut rock de los años 70.
Fotografía: Pablo Astudillo
Si en su antigua banda Thurston Moore pasó del deslumbramiento por el hip hop y el hardcore de los 80 a un amor irreductible por el free jazz, y Kim Gordon dejaba relucir tanto su postura feminista como su lado pictórico, Ranaldo siempre se mostró como el beat del cuarteto, con influencias tanto de la poesía de Allen Ginsberg como de las jams psicodélicas de Grateful Dead, todo matizado por su paso por la banda de Glenn Branca y su avant garde furioso. Todo eso se puede apreciar en la performance de su trío, con una novedad: Ranaldo no se despega en ningún momento de su guitarra acústica. Pero sí exprime todas las variantes que le ofrece el instrumento, aún las más extremas: desde la ejecución con un arco de violín hasta el uso como rítmica para dejar que Fernandez se luzca, con escalas en pasajes solistas y un uso de los pedales que se traducían en un sonido más que saturado. Alguna vez los Sonic Youth dijeron que veían a la guitarra como “un palo con seis cuerdas” y Ranaldo no se despega de esa forma de encarar su herramienta sonora para extraerle variantes inusitadas.
La versión de Let’s Start Again, (grabada con The Dust, su anterior combo) pegada a la gran “Circular”, sentaron las bases de su concierto contundente, en donde se establecían las bases dentro de los parámetros originales de las canciones para luego los músicos se dejaran llevar por improvisaciones controladas por el líder, que ató el pañuelo verde pro aborto legal al pie de su micrófono y se refirió en sorna a los “progresos de la Internet” entre medio de dos de las canciones que ejecutó. No hubo citas a la banda que no llevó a la fama, ni fueron necesarias. El público sabe que una hipotética reunión de Sonic Youth es poco menos que imposible, y corre hacia adelante en paralelo a sus músicos. Puntazo para todos en este aspecto.
El final del show, con Off The Wall, desembocó en una zapada demencial que parecía no tener final, pese a los numerosos amagues. Tras el show, Ranaldo salió a saludar a su gente, firmar discos y sacarse fotos como cada vez que tocó acá. Una hermosa costumbre, sus shows y el acercamiento a sus fans, que ya se trasformó en una postal porteña más en los últimos tiempos, y que esperamos que se vuelva a repetir pronto.