El baterista Ches Smith reunió la música vudú con la vanguardia neoyorquina en la Sala Sinfónica del CCK
Fotografía: Laura Szenkierman
Dos continentes en perfecta comunión estilística; el grupo We All Break reunió en el escenario la música vudú haitiana con la vanguardia neoyorquina. Lo que parece un milagro surgió de la creatividad de uno de los protagonistas de ese mundo avant garde, el baterista Ches Smith, un artista que con cada proyecto demuestra su vocación innovadora.
Smith viene de grabar con John Zorn, en su último trabajo lanzado en enero “The Urmuz Epigrams” y se encuentra grabando con el grupo Xiu-Xiu; Smith lidera Ches Smith Trio, su combo Craig Taborn y Matt Maneri y forma parte de Convulsant Trio; Ceramic Dog, de Marc Ribot; Snakoil, de Tim Berne; Madlove; Darius Jones Quartet; Congo For Brums; These Arches y el pintoresco Good For Cows, todos, ciertamente, voces que participan de la vanguardia que parece tener en Nueva York una renovada vitalidad a partir de músicos con el baterista.
Si bien el concepto de progreso desempeña un modesto papel en la mayoría de las músicas étnicas, Smith evidentemente logró conjugarla con un moderno enfoque en el que sobresalió un criterio estético elegante que, además, preservó la herencia cultural de la percusión vudú haitiana. We All Break integrado por Daniel Brevil y Markus Scwartz en congas, Matt Mitchell en piano y Smith en batería propuso una mirada integradora de dos tradiciones en una propuesta que sonó genuina, sin efectismos. El concierto en la Sala Sinfónica del CCK tuvo una energía concentrada; por momentos una música vanguardista con la carga emocional del sonido de la Tierra; Smith lejos de querer romper con esos mundos los relacionó a través de un puñado de composiciones donde el piano surgió como una voz contemporánea en relación con las congas que enriquecieron con vida propia esa cambiante y reflexiva mirada de Mitchell.
El esquema que planteó el cuarteto tuvo al piano como voz introductoria a partir de figuras en las que sobresalieron el atonalismo, las disonancias y fugaces pasajes de Free Jazz de un permanente contraste con la potencia rítmica de los tambores que alcanzó por momentos un creativo climax sonoro. Smith dirigió esos arcos de tensión-relajación que le dieron al concierto una estimulante trayectoria. Climas polirrítmicos, en los que intervino incluso el pianista, una percusión rica en timbres y acentos generaron momentos de trance y que mostraron la naturaleza de este músico vanguardista, alejado de todo virtuosismo, en busca de lograr, el clima, el mensaje, una historia.
Fueron dos mundos que se fusionaron sin perder cada uno su identidad y lograron así transmitir una sensación de plenitud que podríamos definir también como sorpresa. El nivel es parejo de los músicos (habría que seguir de cerca al pianista Matt Mitchell) sin embargo, la lectura principal se apoya en el ritmo donde Schwartz y Brevil, que usó una baqueta para acentuar las intensidades, junto con el baterista crearon un tejido sonoro sobre el que flotó solitario el piano.
De las composiciones sobresalieron “Path of 7 Colours” y “Country Line”, dos temas que comenzaron en el piano; en el primero de estos Mitchell improvisó a partir de un pequeño motivo melódico que armó y desarmó hasta reunirse con los tambores; una comunión mágica. “Country Line” fue uno de los mejores ejemplos de este proyecto integrador. Una línea clásica de country en single note propuso Mitchell al que se sumó un call-response de las congas que invadió el escenario. Mientras el piano pareció seguir entonces un camino impredecible que pocos compases después terminó por fusionarse con el ritmo sin tensiones, como si todos los folklores tuviesen unicidad.
La naturaleza de la propuesta no admite ovaciones, sin embargo, a We All Break el auditorio lo despidió de pie; Smith, que ya estuvo dos años atrás con Taborn y Maneri no sólo mostró tener recursos como instrumentista sino también una potente creatividad. El saxofonista Tim Berne dijo “Si todos estuvieran tan comprometidos con la música y la creatividad como Ches Smith no habría necesidad de la televisión”.