Tras una larga espera de doce años, Battles regresó a Buenos Aires y ofreció un concierto vibrante lleno de texturas y matices que marcan un camino de vanguardia para el futuro del rock. Como artistas invitados se presentaron el trío de Marco Sanguinetti y Tito Fargo Dub Station.
Fotografía: Pablo Astudillo
Volvió Battles a Argentina. Cómo plantándose ante la presente avalancha de incentivos que se viven en la era de las comunicaciones (y más allá) el grupo se presentó como dúo, su actual formato oficial, y reivindicó el viejo refrán tantas veces vanagloriado en las artes: ”menos es más”. A Battles no le hacen falta cuatro corazones para conmocionar a su público, a ellos le sobra con la propia sinergia existente entre John Stanier (batería, ex Helmet y Pitchshifter, Tomahawk, Zon) e Ian Williams (guitarras, electrónicos, ex Don Caballero y Storm & Stress).
En una entrevista previa al concierto, Stanier mencionaba las innumerables ventajas de haber reducido el número de integrantes del grupo, “todo es más rápido ahora”, festejaba. Yo agregaría que también es más directo: el canal de transmisión entre sus intenciones y los elementos receptivos del público funcionan sin ningún tipo de interferencias, es un canal aceitado en el que cada idea se interpreta y comunica a la perfección. Tal es así que a los dos minutos de haber comenzado “Fort Greene Park” (adelanto del disco “Juicy B Crypts” que saldrá el próximo viernes), la primera canción de la noche, el concierto inauguraba su candidatura a rankear entre lo mejor del año.
En segundo lugar “A Loop So Nice”, otro de los adelantos del flamante nuevo disco, ya no dejaba dudas, mostrando a Stanier mantener la técnica y desarrollando su característica fuerza bruta y pulso de acero y a Williams convirtiéndose en un brujo que con sus incisivos arreglos de guitarra desafía a unos loops de una música que pareciera siempre estar a punto de romperse, pero que no sólo nunca lo hace sino que crece exponencialmente compás a compás.
Allí mismo, la maravillosa “They Played Twice”, con la voz sampleada de Xenia Rubinos, abrió una suerte de máquina del tiempo lisérgica donde pudimos viajar del drum and bass de los 90s, al synth-porn tan bien explotado por los Battles desde sus primeros días, así como por otros contemporáneos (y vecinos) como Ratatat.
Luego, el nuevo clásico del grupo que es “Titanium 2 Step”, en el que suena la voz invitada de Sal Principato de los veteranos Liquid Liquid, abre el camino al repertorio más reconocible del dúo neoyorquino en el que explotaron el groove de diez toneladas de “The Yabba”, el crescendo eterno de “Atlas” y los aires latinos de “Ice Cream”. Contando con un par de adelantos más en el setlist, Battles promedió un show perfecto, plagado de imperfecciones. Es que el estilo del grupo no tiene nada que ver con el math rock, como se les suele llamar muy a su pesar: por supuesto que hay directrices a respetar en su música, que los tiempos son circulares y que pareciera estar “todo calculado”, pero no suena muy matemático el hecho de que esta banda encara la experimentación con sobrado respeto y, sobre todo, excelsa pasión ¿donde está la matemática ahí?
No se podía pensar una mejor manera de festejar el 20 aniversario de la productora Tribulaciones, teniendo en cuenta su labor por difundir los sonidos menos convencionales en Argentina. Con motivo de tal celebración fue que el show de Battles contó con unos invitados de lujo, dando a la fecha un aura de mini festival. En primer lugar, el guitarrista ex Redonditos de Ricota, Tito Fargo mostró su proyecto Dub Station en el que se adentra en los espectros hipnóticos del dub con energía rockera. Luego sería el turno del Marco Sanguinetti Trío (piano eléctrico, bandejas y batería) que con su atrapante jazz de alto volumen sedujo al público a fuerza de logradas versiones de artistas como Radiohead y Gustavo Cerati y de temas propios.