Cesar Pradines
8 enero, 2020
John Scofield, Kenny Barron, Ron Carter y Enrico Rava fueron los animadores del año último mientras que Metheny abrirá la temporada 2020
Fotografía: Laura Tenenbaum
Un año con dos etapas claramente marcadas; una primera parte que tuvo presencias interesantes y una segunda en la que sólo hubo fugaces resplandores artísticos. Las visitas de los músicos de jazz extranjeros en 2019 evidenciaron los efectos de la crisis que fue acentuándose hacia fines del año último. Sin embargo, estos altibajos en las visitas internacionales tan condicionadas por la marcha del tipo de cambio fortalecen la presencia de los músicos locales con proyectos de una importante variedad estilística. Este comentario no supone que los grandes artistas extranjeros pueden ser reemplazados por las propuestas locales sino más bien que a falta de grandes de jazzmen internacionales, el público tiene opciones en la escena local de muy buen nivel.
A mediados de mayo, en el teatro Coliseo, se vivió la sorpresa de una noche compartida por el trío del pianista Kenny Barron (75) con el trío del contrabajista Ron Carter (82) con propuestas de carácter diferente pero que terminaron por sonar complementarias. Ambos circulan por la avenida del mainstream, con un alto nivel de interpretación, solos por momentos muy interesantes pero dentro del plan de revisitar standards o materiales clásicos del género. Los conciertos tuvieron su encanto. Barron se lució como un intérprete tan lúcido como cuando debutó con 19 años con el grupo de Dizzy Gillespie. Un pianista de un dominio técnico absoluto y un swing que los años no han alterado. Su concepción del trío de piano reflejó –tanto como el trío de Carter- esa concepción neoclásica en el que se la da un valor predominante a los elementos técnicos de la interpretación al que se le suma un claro desarrollo de la estructura formal con improvisaciones vinculadas a esas estructuras. La segunda visita de Carter con Russell Malone en guitarra y Donald Vega en piano mostró un mejor nivel que en su anterior paso por Buenos Aires, en 2015. En efecto, no sólo mostraron una mayor integración como trío sino que demás hicieron un repertorio más sólido.
Aunque opinable, de las visitas internacionales en 2019 se destacó el guitarrista John Scofield (68), uno de los grandes improvisadores de la escena con una propuesta en la que combinó equilibradamente ese mood hard bop con el rock fusión y el blues eléctrico. Su modernidad no tiene fecha de vencimiento y sigue siendo uno de los artistas más creativos dentro del mundo de la guitarra contemporánea. En su concierto en junio, en el Coliseo, nos recordó junto con Bill Stewart en batería y Vicente Archer en contrabajo no sólo su brillante técnica, también todo lo que se puede ser indagando dentro del jazz y el blues.
Por cierto, una de las propuestas cada vez más utilizada en Buenos Aires son los cruces entre músicos extranjeros y artistas locales que muestran dos aspectos de la realidad porteña; por un lado, bajar costos trayendo a un solo artista y por el otro, el ascendente nivel de los músicos que circulan por la escena; la clave de estos cruces es saber elegir tanto al invitado como al grupo que lo acompañará. En febrero, en Bebop, el trompetista Mariano Loiácono presentó su disco Vibrations con el grupo con el que lo grabó en Nueva York; con Antonio Hart en saxo alto (como cambio del tenorista George Garzone), Anthony Wonsey en piano, Jerónimo Carmona en contrabajo y Rudy Royston en batería; un encuentro que abrió las puertas para un ciclo que resultó interesante y constructivo en términos de artísticos. El ciclo continuó con el baterista Clarence Penn, siguió con el pianista Cyrus Chestnut y terminó con otro baterista, Carl Allen lo que mostró un cuidadoso criterio en manos del trompetista Mariano Loíacono, al traer artistas de excelente nivel y que además hicieron sus respectivas Master Class. Músicos que forman parte de la competitiva escena de Nueva York y que quizás no son conocidos como líderes pero que tienen una extraordinaria continuidad con la que logran transmitir esa delicada sintonía acerca de lo que se está tocando en NYC. Por su parte, el grupo de Loiácono, con Jodos en piano, Sebastián Loiácono en saxo tenor, Carmona en contrabajo y Sebastián Mamet en batería logró con cada uno de los invitados una excelente integración que permitió disfrutar de cada una de las propuestas.
La segunda parte del año en cambio no tuvo casi presencias de músicos de jazz salvo los que llegaron en noviembre por el Festival Internacional de Jazz 2019 y que tuvo como estrella al legendario trompetista italiano Enrico Rava, con sus dorados 80 años. Estuvo acompañado por el histriónico Gianluca Petrella, verdadero genio del trombón, junto con una juvenil sección rítmica de músicos poco conocidos. Mostró que mantiene un sonido entero y que junto con ese aspecto de conde italiano consiguió una adhesión absoluta de la audiencia mientras que el repertorio elegido tuvo algunas composiciones interesantes y otras más festivaleras.
Mientras el 2019 va quedando en el recuerdo, el año recién comenzado muestra un auspicioso inicio con la llegada del guitarrista Pat Metheny, un artista largamente esperado que por fin aterrizará en Buenos Aires a mediados de marzo (13 y 14). Viene en cuarteto con Gwilym Simcock en piano, Linda May Han Ho en contrabajo y el mexicano Antonio Sánchez en batería, un combo de improvisadores poderosos. Metheny es un guitarrista de una magistral técnica y con habilidad excepcional para combinar elementos del pop-rock con el jazz. Virtuoso que elude demostraciones de agilidad tan común en otros artistas del instrumento promete dos conciertos con mucha música y un 2020 que no podría haber tenido una mejor apertura.
